Naturaleza

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LA ESCUELA DEL CUARTO CAMINO


LA ESCUELA DEL CUARTO CAMINO

George Gurdjieff y Peter Ouspensky introdujeron las ideas poderosas del Cuarto Camino a quienes buscan la verdad sobre la existencia del hombre sobre la tierra. Como dijo Gurdjieff, "No te das cuenta de tu situación. Estás en una prisión. Lo único que puedes desear, si eres un hombre sensato, es escapar. Pero, ¿cómo hacerlo? Nadie puede escapar de una prisión sin la ayuda de quienes han escapado antes. Una organización es necesaria".

Gurdjieff dijo que el Cuarto Camino no requiere que una persona abandone sus condiciones normales de vida; de hecho, estas condiciones son ideales para la observación de sí mismo. Gurdjieff señaló que el Cuarto Camino debe ser encontrado, a diferencia de los otros tres caminos de iluminación (el camino del faquir, el camino del monje y el camino del yogui). Cuando encuentras una escuela del Cuarto Camino dirigida por una persona que ha roto las cadenas del sueño y que ha alcanzado un nivel de consciencia más elevado, se te enseña a alcanzar el potencial completo de tus posibilidades de evolución humana. Se te enseña a liberarte del poder de tu máquina estímulo respuesta que te mantiene dormido. Se te enseña a recordarte a tí mismo. Se te enseña a despertar.
Gurdjieff y Ouspensky: Sobre la decisión de trabajar Peter Ouspensky dijo, "Debes darte cuenta, permanentemente, de tu impotencia y de tu profundo sueño". Muchos grupos se han formado para estudiar las ideas sobre el sistema del Cuarto Camino que Gurdjieff y Ouspensky introdujeron en el Occidente. Pero sin un maestro consciente que le enseñe a uno, es sólo un ciego guiando a los ciegos.

El conocimiento, por sí mismo, no aumentará nuestro nivel de consciencia. Como lexplicó Gurdjieff, "El requisito principal que se le pide a una persona es la comprensión". Podemos cambiar nuestro nivel de consciencia a través de los esfuerzos cotidianos organizados en una verdadera escuela del Cuarto Camino. No es una casualidad que el Cuarto Camino sea llamado también el Trabajo. Peter Ouspensky decía a sus estudiantes, "Debes decidirte: Quieres trabajar o no", porque ''Ningún trabajo puede ser hecho en el sueño''.

Verificando las palabras de Gurdjieff
Gurdjieff dijo muy claramente, "Te pido que no creas en nada que no puedas verificar por ti mismo." La verificación es la base para el trabajo sobre uno mismo en una escuela del Cuarto Camino. Creer en la experiencia de otra persona no aumentará nuestra comprensión ni cambiará nuestro nivel de ser. Este Trabajo se vuelve práctico a través de la observación de sí mismo y por los esfuerzos constantes para recordarse a sí mismo. A medida que vemos como son mecánicas son nuestras manifestaciones, y cuánto estamos dormidos a ellas, comenzamos a verificar la frase de Gurdjieff: "El hombre es una máquina. Por sí mismo el hombre es incapaz de producir un solo pensamiento o una sola acción. Todo lo que dice, hace, piensa o siente, todo ocurre.

La verificación es un proceso largo y lento pero gratificante, en el cual vemos lo que somos y vislumbramos lo que podemos llegar a ser.

En la tradición de Gurdjieff: Una verdadera escuela del Cuarto Camino
Gurdjieff y Ouspensky nos recuerdan que son raras las escuelas verdaderas del Cuarto Camino . Ellas requieren de una cierta estructura organizada en tres líneas: trabajo sobre uno mismo, trabajo con otros estudiantes y trabajo para la escuela. Ellas también requieren un maestro consciente, alguien que ha escapado de las leyes de la mecanicidad y ha despertado. Sin una organización y guía de ese tipo, los esfuerzos para producir una consciencia más elevada sólo pueden producir resultados limitados.

EL DESPERTAR


Estar presente en tu propia vida

¿Qué significa estar presentes a nuestra vida? Hemos sido acostumbrados a pasar por nuestra vida con poca o ninguna presencia. Sí, nos damos cuenta de las cosas: podemos concentrarnos en algo y dirigir nuestra atención a los detalles y panoramas. Pero estar presente significa algo más: significa darse cuenta del mundo exterior en el que se está actuando y simultáneamente observar cómo el mundo interno es estimulado por el mundo externo.

La percepción que nos acompaña a lo largo del día es automática. Pero ir más allá de este nivel de consciencia requiere un esfuerzo intencional, un esfuerzo que sólo puede venir de nosotros y que tenemos que sostener nosotros. Como no es automático, necesitamos aprender cómo hacer este esfuerzo y recibir ayuda para sostenerlo.

Para que un sistema para despertar sea verdaderamente práctico, cada persona debe ser capaz de verificar si sus técnicas le funcionan. Verificar quiere decir demostrarse a sí mismo que algo es verdadero o no. Como fundamento del trabajo espiritual, la verificación le permite a cada persona adquirir una relación directa con el despertar. El trabajo espiritual revela si uno está despierto o dormido en el momento.

La simplicidad de la presencia es una de las cosas principales que nos impiden alcanzarla con más regularidad. Puede que tratemos de estar presentes y no notemos que ha ocurrido o, si lo notamos, luego no nos demos cuenta cuando la presencia se nos ha escapado. Lleva tiempo y esfuerzo ver que estar presentes a nuestra vida es más importante que el paso de los acontecimientos de nuestra vida.

Simple no significa fácil. La noción de que estar en “el ahora” tiene algo que ver con “dejarse llevar por la corriente” y pasar de experiencia en experiencia en un estado mental pasivo, no conduce a la presencia. No existe el “dejarse llevar por la corriente”; no hay corriente consciente. Estamos presentes por breves espacios de tiempo cada vez que hacemos un esfuerzo intencional por estar presentes. Cuando la presencia se desvanece debemos hacer otra vez un esfuerzo intencional. Sin esfuerzo, la presencia no permanecerá.

Simple tampoco significa indefinido. El momentáneo sabor de la presencia, de la percepción de sí mismo en el momento, es la experiencia más específica y definida que tendremos jamás. A menudo sucede que asociamos un momento de presencia con las circunstancias que lo rodearon, más que con la presencia en sí. Por esta razón, puede que pasemos tiempo tratando de recrear una experiencia externa, con la esperanza de que evoque la presencia de nuevo. Al hacer esfuerzos persistentes por estar presentes, llegamos a comprender que estar presente a una experiencia no es lo mismo que pasar por la experiencia. Junto con esto, debemos también comenzar a aprender qué no es presencia. De esta forma podremos saber cuándo una línea de esfuerzos no está dando resultados. También significa aprender a reconocer cuando algo dentro de nosotros trata de disfrazarse de presencia. Después de haber reunido algunos momentos de presencia, así como también experiencias de lucha y fracaso en alcanzar la presencia, llegamos a comprender la importancia de encontrar maneras de estar más presentes más a menudo. Llegamos a entender que sin presencia no hay verdadera vida, solamente vida imaginaria. La presencia es divina. Es la chispa divina que nos lleva a esa Gran Perla, nuestro Ser Superior.

El Ser Superior

Comenzamos a entender qué es divino por medio de nuestros esfuerzos por estar presentes. Presencia es consciencia. Ya que la presencia sostenida o continua solamente se logra con esfuerzo, con el tiempo reconocemos que estar presente, estar verdaderamente despierto, es la más rara y alta de las experiencias. Es una experiencia que puede ser fácilmente subvaluada, pero que cuando es lo bastante profunda nos muestra qué es real y qué no lo es. Sin presencia realmente no tenemos nada salvo nuestra energía física y nuestras posesiones. Con presencia tenemos nuestro ser, nuestro Ser Superior.

El Ser Superior es nuestro Ser verdadero. Es nuestra Naturaleza Divina. Es la parte en nosotros que es inmortal y sobrevive la muerte.
Nuestro Ser Superior surge más definidamente cuanto más estamos presentes, y cuanto más profunda es nuestra presencia. A través de los siglos la literatura esotérica ha descripto la experiencia del Ser Superior en una miríada de formas: el dios Ra en Egipto; el estado budista del nirvana; el Jardín del Edén y el Sabath de la tradición judeo-cristiana; el Tercer Ojo del zen; la Amada en la literatura sufi, y, en tiempos más modernos, el Yo Real, opuesto a los muchos "yoes" de nuestra vida mecánica.

¿Cómo podemos saber que estamos verdaderamente más despiertos y que experimentamos nuestro Ser Superior? La respuesta simple es que el Ser Superior se reconoce. Los aspectos más mecánicos y asociativos de nuestro ser serán siempre la duda y la queja; aún una experiencia de presencia profunda no lo cambiará. Por lo tanto, se vuelve parte necesaria de nuestro trabajo, anticipar las olas de duda e imaginación que seguirán a una experiencia de presencia, distinguiendo entre lo que es más y lo que es menos real en nosotros.

El trabajo interior que una persona crea en sí misma a lo largo del tiempo se basa en distinguir lo que es más real y menos real, lo que es presencia y lo que no es presencia. Puesto que a menudo decimos "yo" y no es el Ser Superior quien lo dice la mayoría de las veces, llegamos a entender que con frecuencia solo una parte de nosotros habla, una parte que quiere algo, recuerda algo o se opone a algo. Esto puede llevar a múltiples confusiones cuando creemos que es siempre la misma persona la que habla. Las partes inferiores de nosotros hablan y actúan de manera automática; el Ser Superior está presente y asiste conscientemente a las necesidades del momento.

Desde este punto de vista, es difícil evitar la conclusión de que rara vez experimentamos nuestro Ser verdadero y rara vez experimentamos lo divino. Cuando llegamos a la posibilidad de despertar, podemos tender a pensar sobre ello en abstracto, que cierta gente hizo esfuerzos intensos y con el tiempo se volvió iluminada. Pero despertar no es para algún otro y no es algo que otro experimentó y escribió un poema sobre ello. Despertar es el proceso de estar presente a nuestra propia vida y a nuestro propio Ser Superior. Cuando hacemos esfuerzos activos por estar presentes, no esperamos que algo externo suceda. Nos damos cuenta de nosotros mismos ahora. Y a medida que aprendemos a desarrollar hábitos que nos recuerden estar presentes, en verdad comenzamos a descubrir nuestro Ser verdadero. A la vez, este descubrimiento de sí nos da energía y poder para continuar haciendo más esfuerzos por estar presentes.

Así como es simple este estado de presencia, también el Ser Superior es simple. Es fácil para nosotros caer en complicaciones y considerar cosas tangenciales como más importantes que la simplicidad de nuestra presencia. Esto es porque el ser inferior se opone a la presencia, resistiendo nuestros esfuerzos por estar presentes.

El término ser inferior se refiere a la parte de nosotros que considera que nuestra vida mecánica es verdadera y suficiente. El ser inferior se opone a la Presencia Divina y, cuando hacemos esfuerzos activos para estar presentes y sostener la presencia, el ser inferior trata contínuamente de sacarnos de este esfuerzo. El ser inferior no es un solo ser dentro de nosotros, sino más bien una colección de actitudes, sueños y hábitos mecánicos que moran en nuestro interior. Ya que gran parte de nuestro día pasa muy libremente en este estado, el ser inferior nos ha convencido que es todo lo que hay en la vida; la percepción común, periódica de nuestra vida basta, mientras que la Presencia Divina es innecesaria e intrusa. El esfuerzo por estar presente es una lucha constante contra la imaginación y el ser inferior. La lucha nunca cesa. Si pensamos que hemos alcanzado un estado de presencia en el que el ser inferior ya no puede oponérsele, entonces ya estamos otra vez en imaginación. A medida que entendemos la profundidad de nuestro sueño y la necesidad de despertar, ya no pensamos en la presencia como un lujo innecesario. Nuestro deseo de trabajar prácticamente para conseguir momentos de presencia crecerá mientras anhelamos conectarnos con nuestro Ser Superior.

El trabajo práctico para despertar



Para despertar se requiere trabajo práctico. Esto significa, ante todo, aprender a entender la diferencia entre imaginación y presencia. Adquirimos esta comprensión al hacer esfuerzos regulares para estar presente. La Fellowship of Friends le da a sus miembros muchos ejercicios y disciplinas que ayudan a iniciar y prolongar la presencia, así como a trabajar contra la imaginación. A medida que los miembros profundizan su comprensión, estos ejercicios y disciplinas adquieren un carácter más personal, cuando estos llegan a comprender el significado del sueño y la necesidad de despertar. Nuestros esfuerzos para estar presentes pueden adquirir la objetividad de una disciplina científica, la destreza de una manualidad o la sutileza de una forma de arte. Mediante prueba y error, y mediante la vasta experiencia disponible de otros miembros de la Fellowship, aprendemos a aplicar el esfuerzo correcto en el momento adecuado para evocar y prolongar la presencia.
El despertar es una ciencia porque existen técnicas exactas que se pueden utilizar para estar presente. Utilizando estas técnicas, se hace claro si se está presente o no. Si no estamos presentes, entonces no hicimos el esfuerzo apropiado. Si estamos presentes unos momentos, entonces podemos aprender a reintroducir y prolongar la presencia.

Despertar es una habilidad debemos practicar. Ningún esfuerzo único despertó jamás a alguien, por grande que ese único esfuerzo haya sido. Cada miembro de la Fellowship aprende a trabajar sobre sí en todo momento y circunstancia. Y porque muchos aspectos de nuestra vida se repiten, debemos renovar nuestros esfuerzos una y otra vez y oponernos a los hábitos de la imaginación que surgen cuando estamos desatentos.

El despertar es ante todo un arte porque debemos estar emotivos e inspirados sobre nuestros esfuerzos. Puede llegar como una sorpresa descubrir que a uno se le debe enseñar, no solo a despertar, sino a querer despertar y a mantener el deseo de hacer esfuerzos. Despertar es también un arte en que debemos tener una actitud flexible hacia hacer esfuerzos. El mismo esfuerzo para estar presente no funcionará en toda circunstancia. A veces debemos luchar internamente con la imaginación, otras veces debemos tratar de sostener la presencia al efectuar una tarea particularmente difícil. Nuestros esfuerzos deben cambiar con las circunstancias, porque el ser inferior prefiere que repitamos el mismo esfuerzo interminablemente e imaginemos que estamos presentes. A la vez, cuanto más esfuerzos hagamos para estar presentes, más nuestro Ser Superior entrará en nuestra vida y nos proveerá de inspiración y renovado deseo de hacer nuevos esfuerzos.

Hay muchas referencias en la literatura esotérica a la idea de “dejar el mundo”, “controlar las pasiones” o “volverse un recluso.” El trabajo interno real no involucra la actuación real de estas representaciones. El significado interior de estas ideas es aprender a separarse de la horda de pensamientos y distracciones que comprenden el mundo interno imaginario del ser inferior, promoviendo esfuerzos para estar presente en toda circustancia. Es aquí donde la verdadera lucha tiene lugar, en cada segundo sin importancia, y es aquí donde el ser inferior hará de todo para evitar. Cuando comprendemos la naturaleza de esta lucha, comenzamos a comprender la urgencia de hacer esfuerzos regulares y de buscar guía y apoyo de otros que hagan esfuerzos similares.

Con el tiempo, también aprendemos la necesidad de cambiar nuestras actitudes sobre muchas cosas. Lo que parecía un pasatiempo inocuo, ahora parece una invitación a quedarse dormido; lo que una vez consideramos una profunda comprensión, toma un lugar relativo junto a la experiencia del propio Ser; donde pensamos que teníamos tiempo, nos damos cuenta de lo poco que tenemos.

Este crecimiento del trabajo interior en nosotros es la parte que se vuelve más conectada con el maestro, con otros miembros y con la Fellowship como un todo. Desde estre lugar de esfuerzo y experiencia de estar presente, los miembros reconocen y alientan el trabajo de otros miembros. Los esfuerzos en común tienen un poder de sustentación, ya que la presencia evoca presencia.